martes, 23 de noviembre de 2010

¡El futuro de la humanidad está en la familia!








La familia, es uno de los bienes más preciosos de la humanidad, es un tema que preocupa a toda la sociedad. Otra cosa es que esa preocupación se dirija a su defensa o que se tienda a su deformación e incluso a su destrucción sistemática.

“La familia, en los tiempos modernos, ha sufrido quizá como ninguna otra institución, la acometida de las transformaciones amplias, profundas y rápidas de la sociedad y de la cultura”. En el año 2004 la situación no ha mejorado. La vida de las personas está decisivamente condicionada por la cultura de la sociedad en que vive, esa cultura, surgida de un planteamiento que ignora o rechaza el valor trascendente de la persona humana, va adquiriendo progresivamente unas características del todo paganas.   En el mundo no faltan voces positivas, “La familia es el elemento más íntimo e importante de la sociedad y constituye el núcleo central para lograr el desarrollo integral de sus miembros, es el sitio donde se adquieren las bases para convertirse en ciudadano. El mejoramiento integral de la familia representa, por sí mismo, el avance cualitativo de toda la sociedad”.   Pero tampoco faltan voces ni hechos negativos recién publicado, falseado por “opinadores profesionales” que seguramente no han leído su contenido; hasta algunas medidas legales tales como la equiparación de las uniones homosexuales al matrimonio, que no solo van contra la familia y los hijos, sino también contra la misma sociedad, minándola en su fundamento. que presionan, el totalitarismo de determinadas ideologías y grupos que controlan las instituciones, o una sociedad en la que, en demasiados ambientes, la sola mención al cristianismo se valora negativamente como algo sin vigencia.   En una sociedad en la que se apela a los poderes públicos para que atiendan todas las circunstancias que pueden presentarse problemáticas, y aun simplemente incómodas, lleva  lo que es un grave error a que la persona se inhiba de la responsabilidad moral que tiene de contribuir personalmente a la atención de esos problemas en la medida de sus posibilidades. 

La defensa de la vida en todo el ciclo vital, la defensa del matrimonio tradicional como institución no aplicable a cualquier otra forma de unión, ha de comenzar desde la persona.   La disolución del matrimonio conlleva la marginación de los ancianos, quiebra la identidad de los niños, al faltarles su conexión con el pasado, y siembra la semilla de lo que será su futuro de soledad. La vida familiar, como transmisora de experiencias generosas se trastoca.


Ante esta situación, en que la familia es objeto de muchas fuerzas que tratan de destruirla o deformarla, y ante la duda o ignorancia de muchos respecto al significado último y a la verdad de la vida conyugal y familiar, responder con el silencio es irresponsable y suicida, y menos con una adaptación a las costumbres y valores culturales que tratan de imponerse, que supondría aceptar un grave error moral.


Diagnosticar un mal no es suficiente. Por ello, se hace sentir la necesidad de la valentía para anunciar la verdad del hombre, audacia para nadar contra esa corriente que algunos llaman signo de los tiempos. “Al comienzo del nuevo milenio”, expresión puede traducirse por: “sería un contrasentido contentarse con una vida mediocre, vivida según una ética minimalista y una religiosidad superficial”; es la llamada que tantas familias siguen para vivir la cultura del amor; para, mediante el testimonio de su vida, crear un ambiente que favorezca la educación integra personal y social de los hijos, comenzando desde el inicio de la vida. El derecho educativo de los padres es esencial, insustituible e inalienable, por tanto no puede ser delegado ni usurpado por ningún poder político.


El matrimonio cristiano es un camino de santidad en la Iglesia, es decir, camino a la plenitud del amor y al compromiso por la extensión de Reino de Dios. que proyecta una mirada a nuestra sociedad y nuestra cultura, desde la fe en Dios y el aprecio por el ser humano; una proclamación de la verdad y la belleza del matrimonio, de la familia y de la vida humana.

Esas indicaciones son ayuda que no mengua nuestra responsabilidad como miembros de una familia para salir en su defensa.

A pesar de todos estos cambios y de la carencia de una política social, la familia goza de buena salud y sigue siendo un escenario de solidaridades. Y, como tal, un instrumento extraordinariamente importante para la cohesión social. La familia es la que presta ayuda en caso de enfermedad, es la que se ocupa de la crianza de los hijos, del cuidado de los ancianos, la que se sustenta en las situaciones de paro prolongado y la que carga con las consecuencias en los casos de drogas y enfermedades graves como los casos del SIDA, y en gran medida la que asume tareas domésticas en los hogares de sus descendientes donde la mujer se ha incorporado al trabajo extradoméstico.
 
Con todo, la familia ha hecho gala, en un contexto tan cambiante de una extraordinaria capacidad de adaptación. La familia sigue siendo la institución más valorada. La crisis política ha reforzado las tendencias hacia la privatización y al reforzamiento de los valores familiares en la sociedad. La familia ha intensificado su papel de protección social. Estas y otras muchas manifestaciones acreditan el difícil camino de adaptación de esa institución milenaria que es la familia a un entorno cambiante y, en ocasiones, por las víasmasorprendente. 


LEIDYS QUINTERO FRAGOZO
NEGOCIOS INTERNACIONALES I





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